Cada día, aunque fuera sólo un momento, Magali se refugiaba en la buhardilla de su casa abrazada a la lectura. En el silencio y tranquilidad de ese espacio, vacío de cualquier tipo de mobiliario salvo un enorme espejo y un baúl, devoraba uno tras otro sus libros preferidos, siempre de literatura erótica: Anaïs Nin, El Marqués de Sade, la colección de libros La Sonrisa Vertical… todos los autores conocidos y desconocidos pasaban y paseaban por sus manos y sus ojos. Antes de comenzar la lectura, como en un ritual iniciático, se despojaba de sus ropas, las guardaba en el baúl y de allí sacaba las hojas que iba a leer. Sentada en el suelo, frente al espejo descolgado de la pared, en la más absoluta desnudez, leía con fruición mientras se acariciaba su sexo en los momentos álgidos y veía en el reflejo de su imagen el fluir de su miel más íntima.lunes, 26 de abril de 2021
LAS LECTURAS ERÓTICAS DE MAGALI
Cada día, aunque fuera sólo un momento, Magali se refugiaba en la buhardilla de su casa abrazada a la lectura. En el silencio y tranquilidad de ese espacio, vacío de cualquier tipo de mobiliario salvo un enorme espejo y un baúl, devoraba uno tras otro sus libros preferidos, siempre de literatura erótica: Anaïs Nin, El Marqués de Sade, la colección de libros La Sonrisa Vertical… todos los autores conocidos y desconocidos pasaban y paseaban por sus manos y sus ojos. Antes de comenzar la lectura, como en un ritual iniciático, se despojaba de sus ropas, las guardaba en el baúl y de allí sacaba las hojas que iba a leer. Sentada en el suelo, frente al espejo descolgado de la pared, en la más absoluta desnudez, leía con fruición mientras se acariciaba su sexo en los momentos álgidos y veía en el reflejo de su imagen el fluir de su miel más íntima.
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